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DESCUBRE
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LEYENDAS DE PUEBLA
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Varios ángeles llevaban los trazos de la ciudad
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Cuenta la leyenda que el 28 de Septiembre de 1530, Fray Julián Garcés, Obispo de Tlaxcala —un día antes de la fiesta de San Miguel Arcángel— soñó con un valle verde rodeado de ríos sobre el que descendían varios ángeles, que traían entre sus manos hilos de oro, con los que trazarían una ciudad, con calles rectas y vías perfectamente rectangulares.
Un día, al pasar por el valle que hoy ocupa el Centro Histórico de Puebla, Fray Julián, se dio cuenta de que ése era el lugar con el que había soñado, y entonces celebró una misa el día 16 de abril de 1531, con la que fundó la Ciudad de los Ángeles. Las leyendas dicen que así comenzó la historia de la ciudad de Puebla.
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LA CAMPANA SANTA MARÍA DE LA CATEDRAL DE PUEBLA
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Dos ángeles bajaron del cielo y colocaron la pesada campana
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La Catedral de Puebla fue consagrada el 18 de Abril de 1649, por Juan de Palafox y Mendoza, pero sus torres fueron hechas mucho tiempo después. En 1678 comenzó a construirse la torre norte, al ser terminada fueron colocadas sus campanas, excepto una de ellas (la mayor) que al tener un peso de casi nueve toneladas, fue imposible colocarla en su lugar, pues no se contaba con los recursos en aquel entonces.
Cuenta la leyenda que una de esas noches, estando la ciudad dormida, los Ángeles bajaron del cielo, levantaron la campana y la colocaron en el lugar que le correspondía.
El guardia nocturno de la construcción se quedó dormido hasta la mañana siguiente, y cuando despertó escuchó que los trabajadores al llegar por la mañana comentaban que no podían encontrar la campana. Para su sorpresa, durante la búsqueda, lograron verla ya colocada en la torre. Entonces, el guardia al recordar, les contó que en sus sueños vio como dos ángeles descendían del cielo, tomaban la campana y la elevaban hasta colocarla en su lugar en la torre. A esta Campana se le dio el nombre de María, porque con ella se Saluda a la Virgen María tocando el “Ángelus” a las 12 del día y a las 6 de la tarde.
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La princesa Mirrha, hija de un rey mongol
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El origen de la china se remonta a la época colonial. Ella era en realidad la princesa Mirrha, hija de un rey mongol, que fue raptada por piratas y luego vendida en Filipinas.
Fue comprada por un comerciante, este la llevó a Acapulco y se la vendió como esclava al capitán Miguel Sosa, hombre honrado de negocios y nativo de Puebla de los Ángeles.
El capitán dio libertad a la princesa Mirrha le regaló costosas telas y alhajas; se hizo cristiana y la bautizaron con el nombre de Catarina de San Juan en honor de una monja de Santa Clara de Atlixco, hija de Manuel Enríquez y Ana Muñoz vecinos de Puebla.
El capitán Sosa pidió permiso al Diocesano, para que la princesa fuera encomendada a la madre doña María de Jesús Tomellín para que la educara.
La madre la recibió con agrado le puso su mismo confesor don Francisco Valdés, párroco de la Iglesia Santo Ángel Custodio.
Catarina Era conocida como la china, siempre demostró su gran corazón y buenos sentimientos. Vendió las perlas que le regaló el capitán Sosa y les hizo vestidos a las niñas pobres, donó el resto de sus alhajas a la Virgen de los Dolores.
Cuando la antigua princesa murió, la lloraron todas las mujeres de Puebla, su entierro fue majestuoso, llevaron el cadáver en hombros, el clero y las hermandades le acompañaron. Fue sepultada en la sacristía de la iglesia de la Compañía.
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Chiles en nogada, deleite para el paladar desde Puebla
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Cuenta la leyenda que después de instauradas las tres garantías —Religión, Unión, Independencia— nuestra bandera también adoptó los colores del ejército trigarante al mando de Agustín de Iturbide, quien visitó varias de las ciudades del México nuevo.
Cuando Iturbide visito la ciudad de Puebla se le quiso ofrecer un gran banquete. Fue a las monjas a quienes se les encargó elaborar el platillo principal para festejar la llegada de Iturbide. Se les ocurrió elaborar un platillo que emulara la bandera trigarante.
Los ingredientes básicos usados para este platillo estaban compuestos por aquéllos que son representativos del estado de Puebla: el chile poblano, la nuez y el relleno que consiste de una mezcla de frutas de todas las regiones.
Siguiendo la tradición de los sabores barrocos, que son una mezcla entre lo picoso, lo dulce y lo salado, las monjas rellenaron los chiles con una mixtura de frutas que consistía de manzana, chabacano, pera, almendras, pasas y ciruelas. El color verde de la bandera estaría representado por el chile. Y pensaron que sería bueno disminuir el picor del chile poblano con una salsa preparada a base de nuez, a la que llamaron nogada.
Una vez relleno el chile, fue cubierto con la salsa. Para el color rojo pensaron en contrastar nuevamente los sabores. Así que para adornar aún más el chile, una vez con la nogada, le pusieron granada, roja como el tercer color que integra a nuestra bandera.
Los chiles en nogada se le presentaron a Iturbide, quien complacido no sólo en el gusto sino por la vista de tan suculento platillo, quedó satisfecho y enamorado de la cocina poblana.
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Quiero que me regales una casa de dulce
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Hace poco más de 250 años una bella poblana le dijo a su novio: “Para casarme contigo, quiero que me regales una casa de dulce”.
Para complacerla mandó construir una bella casa poblana de tres niveles en la esquina de las actuales calles de 4 oriente y 6 norte.
Y para que la gran casa cumpliera con la condición de la novia, pidió que se decorara su exterior e interior con yeso, como si fuera un antiguo dulce parecido al turrón, llamado alfeñique.
Por cierto, eso de “vivieron felices para siempre” parece que se cumplió, porque hasta 1926, cuando el Gobierno del Estado de Puebla compró la casa para crear el Museo Regional del Estado, siempre fue habitada por familias que la cuidaron. Gracias a esto aún podemos admirar la gran calidad de la decoración de esta hermosa casa, la cocina y hasta la capilla doméstica.
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